28 de julio de 2010

Like shooting stars.

Laura miró el reloj, nerviosa, por quinta vez en seis minutos. ¿Le habría dado plantón? ¿O, simplemente, se estaría retrasando?
Volteó la cabeza hacia el atardecer y se quedo observándolo, casi hipnotizada.
Apenas se dio cuenta de otra presencia, hasta que la misma le plantó un beso en la frente. Sonrió, bajando la mirada y se cercioró de que era él.
- ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este? -la burla se mezclaba con la dulzura en su voz.
- En busca de estrellas fugaces. Deseos invisibles. ¡Polvo de hadas para ir a Nunca Jamás! -rió, sorprendida de si misma por sentirse tan cómoda.
Él se únió a ella, poniendo una mano en su frente, con gesto dramático.
- ¿Desde cuándo has vuelto a creer en hadas y duendes, pequeña Laura? -preguntó, algo ofendido.
- Desde que tú te colaste en mi vida y decidiste hacerme ver más allá, querido Mark. -declaró, girándose para impedir que él se percatase el sonrojo naciente en sus mejillas.
Cuando ella iba comenzó a caminar, el susodicho la agarró con fuerza por una mano y echaron a correr hacia la Luna. Hacia el fin del mundo. O hacia Nunca Jamás.

"Let me breathe this clean bright light surrounding you."

14 de julio de 2010

Encounter with an angel.

El pelo ondulado de un tono castaño. Los ojos redondos y azules reflejaban un brillo de inocencia. Sus largas pestañas enmarcaban lo anterior, añadiéndole sensualidad. El tono de su piel era blanquecino, como la porcelana. Tan frágil y tal brillante como la misma.
Y aquel sombrero extravagante le daba un toque especial. La chica del sombrero extraño.
Seth apenas pudo seguir andando cuando la observó en la acera de al lado, con las mejillas sonrosadas y una dulce melodía que salía de sus labios, formando una risa.
La observó, ensimismado en sus movimientos de bailarina, como se deshacía del gorro en su cabeza y abría la puerta de una cafetería de estilo victoriano.
Sin dudarlo tan siquiera un segundo, cruzó corriendo el tramo que lo separaba de aquel lugar y, movido por su instinto, atravesó el umbral. Sus ojos se encontraron con una pequeña y acogedora estancia, con muebles rústicos y algunas mesas colocadas a la derecha, junto a una gran ventana. La barra se encontraba en el lado contrario, donde se movían algunas camareras, haciendo café, preparando desayunos o, simplemente, hablando en la zona de la caja registradora.
Y fue allí donde la vio. Ataviada con un delantal y corriendo de arriba abajo.
Seth se sentó rápidamente en una de las mesas y esperó, sin apartar la mirada de aquella joven desconocida.
Para su sorpresa, fue ella la que se acercó para tomarle nota.
- ¡Muy buenos días! -exclamó ella, regalándole una sonrisa-. ¿Desea tomar algo el caballero?
Seth sonrió, algo confuso. Parecía que aquel no era el que solía ser.
- ¿Qué me recomiendas? -respondió, de forma rápida- Y espero que no me decepcione...
- Nuestra especialidad es el café. Aunque también hacemos un pastel de manzana que está de muerte. -recomendó, intentando contener la risa.
Esto último lo dijo con un cierto tono divertido, lo que causó el mismo resultado en el susodicho.
- Que sea una cosa de cada, entonces. -indicó, echando una breve mirada al menú.
La joven apuntó el pedido y se alejó, no sin antes mirarlo por una última vez y sonreírle.
Mientras esperaba, Seth ordenó sus pensamientos y apenas daba crédito a lo que había hecho.
¿Qué lo había promovido a entrar allí tras ver a aquella chica tan hermosa?
No conocía la respuesta pero, reconoció que, mientras la seguía con la mirada, no tenía tampoco intención de buscarla.